Kristallmaraton.
Un día cualquiera. Una tarde tranquila. Una película interesante. Un sofá comodísimo. Un plan perfecto. Todo bien hasta que....... Plin, Plin, Plin. Un tal Cheve pone en el grupo de WhatsApp de los Forofos del Running, un mensaje que me llama la atención.
El Kristallmaraton. O también llamado, maraton de Cristal. "¿Que cojones es eso?" , me pregunto. Sigo leyendo y cada vez me voy poniendo más nervioso.
Un maraton en una mina, en Alemania. Me quedo súper intrigado e investigo un poco de que va este evento.
Madre mía, que chulada. Además es algo súper diferente y hasta tiene un punto de aventura.
Levanto los ojos y le pregunto a Susana, :¿me preguntabas que quería para mi cumpleaños, no?. Pues ya se lo quiero. El Kristallmaraton, jajajaja.
Si dudarlo me dice que que guay y que adelante. Ese va a ser mi regalo de cumpleaños.
Así, hablo con Cheve y le digo que le acompaño, pero que él, que ya lo tiene todo más o menos hilado, se tiene que ocupar de todo. En cinco minutos tenía los billetes de avión, el hotel, un coche de alquiler y la inscripción del maratón hecha.
En cinco minutos, lo que puede cambiar la cosa, je je je. Yo creo que lo hizo tan rápido por si me echaba atrás y le dejaba solo, jajaja.
El caso es que en Febrero nos íbamos los dos en viaje exprés a Alemania a correr un maratón único, diferente y con cierta incertidumbre de algo totalmente desconocido.
Hasta llegar al fin de semana del viaje, he intentado ver algún video, o fotos o algún reportaje del maratón, y la verdad que no hay mucho, aunque alguna idea de como es todo si que he encontrado.
Sábado 15 de Febrero de 2025. 10 de la mañana. Comienza la aventura. Me despido de Susana hasta mañana. Me cuesta ir sin ella por que se que la iba a encantar, pero en esta ocasión se dan así las cosas.
Con una pequeña mochila, donde tiene que haber, si o si, un casco y un frontal, cojo el autobús que me llevará a Madrid. Luego el metro hasta la T2 del aeropuerto, desde donde sale nuestro vuelo.
Allí espero a Cheve mientras me como un bocata y me tomo un café para los nervios, jejejeje.
Y allí aparece el tío Cheve. Aquí estamos los dos sentados en la puerta de embarque, sin saber muy bien como se va a dar este viaje y sobre todo el maratón. Este no es un maratón al uso y vamos con un poco de incertidumbre. Algo que mola mucho ja ja ja.
Bueno pues sentados, organizamos un poco el plan del viaje. Al ser un viaje tan rápido los tiempos están muy ajustados. Sobre todo a la vuelta. Hay que tardar como máximo 4 horas en el Maratón, 1 horita como máximo para salir de la mina y dos horas de regreso al aeropuerto de Frankfurt.
Esperemos no perder el avión, ja ja ja. Esto si que es una aventura en toda regla.
Pues nada, se abre el embarque y allí nos vamos. Destino Frankfurt. Ahora si que no hay vuelta atrás. Esto ha comenzado.
En poco más de dos horas, estamos aterrizando en Alemania. Ciudad de Frankfurt. El aeropuerto internacional.
Nos vamos al mostrador de Avis a recoger el coche que hemos alquilado. Menos mal que mi compi habla un perfecto Ingles, si no, no se que sería de mi.
Venga vamos a por el Toyota Yaris híbrido. "ostras, si es automático". Dice Cheve. Pues nada, unas maniobras por el parking y ya lo tiene controlado.
Y así, como dos novatos por el mundo, nos vamos hacia el hotel. Menos mal que tenemos el Google maps. Menuda maravilla es esta aplicación.
Bueno, pues una hora y media de viaje para nuestro alojamiento. Cheve va disfrutando de lo lindo por las autovías sin límite de velocidad. Le va a sacar las bielas al Yaris. Me dice que es un poco inestable. Que a 160 se mueve un poco, ja ja ja.
Nos dirigimos a Hünfeld. Al Best Western plus konrad Zuse Hotel. Una hora y media de viaje donde somos un equipo. El piloto dándolo todo y el copiloto dando todas las indicaciones precisas. Y este equipo funciona a la perfección. Ni Carlos Saiz y Luís Moya lo hubieran hecho mejor, seguro.
El caso es que a eso de las ocho de la noche, estamos entrando en la habitación del hotel. Todo según los planes previstos. Va bien la cosa. Decidimos a última hora no entretenernos y comprar algo en un supermercado y cenar en la habitación.
Así lo hacemos y en nada estamos ya diciéndonos hasta mañana. Es pronto, pero nos va a venir bien dormir las horas necesarias, que mañana nos van a hacer falta.
Una llamada a Susana para rematar el día y contarla un poco los planes de mañana. Ahora si, se apagan las luces y ponemos silencio radio, ja ja ja.
He tardado un poco en dormirme, pero luego me quedé frito hasta que sonó la alarma de Cheve a las 5:30'. Yo aguanto un poco más en la cama y me levanto a las 6:00.
Nos ponemos para la ocasión y como el equipaje es ligero, tardamos cero coma en estar preparados para partir hacia la Merkers Adventure Mines. En la región de Turincia. En Krayenberggemeinde.
Unos 40 minutos de viaje donde la temperatura llega a los - 5 ºc, y donde está todo nevado a nuestro alrededor. Menuda rasca hace. Pero eso hoy no nos importa. Es la única carrera que nos va a dar igual el tiempo que haga, jajajaja.
Pues nada, mientras admiramos el paisaje y disfrutamos del viaje bajo las indicaciones del Google maps, seguimos alucinando de esta gran aventura.
El corazón palpita. Ya estamos aparcando en los aparcamientos de la mina. Algunos corredores ya están yendo a por el dorsal.
Nosotros tardamos un poco más por que tenemos que averiguar como sacar la llave del contacto. Tenemos que buscar en YouTube para ver como coño sacamos la llave del contacto. Ahhh, es que tiene truco, jejejeje. Por fin lo averiguamos. Ayer en el hotel nos pasó lo mismo, pero tuvo que hacer el truco sin querer después de jinchar la llave un buen rato, por que conseguimos sacarla.
Con la mochila al hombro, nos vamos hacia la entrada de la mina. Hemos llegado pronto, así que no hay mucha gente todavía. Eso nos da un plus de calma y serenidad.
Algunas vitrinas con minerales y recuerdos, nos adelantan y nos dicen un poco donde estamos.
Estamos en una mina de sal potásica. El complejo de la mina de sal Kaiseroda cerca de Merkers almacenó más de 400 millones de Reichsmark en oro nazi, miles de cajas de obras de arte que habían sido transferidos de los museos estatales de Berlín para su custodia, y muchas obras de arte robadas.
El 4 de abril de 1945, la 90 división de Infantería del Ejército de los Estados Unidos capturó la ciudad de Merkers. Dos días después, algunos policías militares se encontraron con dos mujeres locales a las que escoltaron hasta la ciudad. Los ciudadanos comentaron sobre el uso de la mina al pasar por ella, y la historia pronto se confirmó. Una entrada a la mina ya estaba vigilada, pero había cuatro más, todas las cuales tenían orden de vigilancia. En el interior, los funcionarios estadounidenses encontraron 30 millas de galerías y bolsas que contenían casi 500 millones de Reichsmarks en la entrada principal. El oro estaba protegido por una bóveda, que finalmente fue volada. Dentro había una habitación de 75 x 150 pies que contenía 7.000 bolsas numeradas de lingotes de oro y monedas, 250 toneladas en total. La bóveda almacenaba divisas de toda Europa, incluidos 2.700 millones de Reichmark y 98 millones de francos franceses. En otras áreas había 400 toneladas de obras de arte y cientos de toneladas de patentes y otros registros, municiones, fondos de bibliotecas (2 millones de libros) y valijas que contenían los objetos de valor confiscados de las víctimas del Tercer Reich. El 16 de abril, Estados Unidos comenzó a trasladar el oro y monedas a un Reichsbank en Frankfurt, con un convoy de 30 camiones de diez toneladas sobrecargados bajo una fuerte protección, incluido el apoyo aéreo. Este procedimiento se repitió para las obras de arte.
Menuda historia tiene la mina. A ver si encontramos algún lingotillo de oro extraviado por ahí, je je je.
Recogemos los dorsales en una sala de la mina, sin ningún tipo de problemas.
Bueno al lío. ya esta comenzando a bajar la gente. Así que, ya con el casco puesto, que por cierto, aconsejaban casco de bici o similar por tener buena ventilación para el sudor, nos hacen pasar a un ascensor oscuro, tenebroso y nada confortable. Allí vamos pasando hasta quedar bastante juntos y apretados. Todo esto habiendo pasado anteriormente un exhaustivo control de dorsales, para saber en todo momento quien está en la superficie y quien sigue está dentro de la mina.
He podido hacer un video para recordarlo siempre. El que tenga claustrofobia que no venga. Lo va a pasar muy mal. Le mando el video a Susana y me despido de ella. A partir de aquí estamos solos. Nosotros contra la mina.
Cierran la puerta y la reja metálica haciendo un chirríante sonido que nos hace sentir encerrados. Nos miramos unos a otros. Los Alemanes no hablan mucho y me miran incrédulos cuando suelto alguna de las mías. Que poco sentido del humor tiene esta gente.
El ascensor comienza a descender y da la sensación de hacerlo muy rápido. Tan rápido como a 8 metros por segundo. No voy a echar la cuenta, pero en menos de un minuto, estamos a más de 500 metros bajo tierra o a más de 190 metros bajo el nivel del mar. El frenazo del ascensor es como una atracción de feria. Un hidráulico que amortigua la caída y que es donde te das cuenta que íbamos muy rápido.
Ufff, que experiencia. Empieza bien la mañana. Nos abren la jaula con ese ruido metálico estridente y nos hacen salir. Los trabajadores de la mina dan indicaciones y comentan cosas. Nosotros ni papa, así que a seguir al resto y listo.
Salimos del ascensor y nos damos cuenta que es triple, o sea, tres jaulas. Una encima de otra. Aquí se ve perfectamente, por que hay tres plataformas para salir y todas dan a la misma escalera de bajada al, ahora sí, suelo de la mina.
Estamos en las entrañas de la mina. Ya nos podemos hacer una idea de como va a ser. Pero todavía queda protocolo que seguir.
Esperamos que nos abran una puerta de contención blanca. Como si estuviéramos en un submarino. La abren y su sonido es el característico de las películas. Pasamos a una sala donde nos cierran la dicha puerta. Estamos encerrados. Una puerta delante y otra detrás. Rodeados de paredes de cristales de sal.
Menos mal que hay dos trabajadores, que son los que nos van guiando e indicando en todo momento, con nosotros en este espacio confinado, si no, ya pensaríamos cosas raras. Y es que hemos visto muchas películas, ja ja ja.
Pasados unos minutos, abren la puerta de salida. La que da a la mina. Salimos lo antes posible con el culo apretado, por si vuelven a cerrar, je je je.
Ahora si que os digo que el que tenga un poco de miedo, respeto o no le gusten los sitios cerrados y menos bajo tierra, lo pasaría muy mal. Y si piensas en cosas que podrían pasar, ya puedes salir corriendo de allí. Pero que esto tampoco es facil, je je je.
Ahora si que estamos en las grutas de la mina. Unos camionetos nos están esperando para, llevarnos hacia la salida.
Lo tienen todo detallado, y en las camionetas entran los estipulados. Ni uno más, pero tampoco ni uno menos. El mismo número de gente que lleva la camioneta, es la que cabe en el ascensor, o viceversa.
Nos montamos, y una vez hecho el recuento, salimos como si de una carrera de tratase. Que zisco lleva la camioneta. Esto hay que inmortalizarlo, así que a grabarlo un poco. Que experiencias nos estamos llevando.
Bueno, esto está a punto de comenzar. Terminamos de acoplarnos el frontal y el casco, y nos terminamos de acicalar.
Ya no queda nada. Nos vamos hacia la salida. Ya están muchos corredores colocados. Nosotros nos vamos hacia el final del pelotón sin perder detalle de todo lo que pasa.
Suena la música y todos al unísono aplaudimos con las manos en alto. El sonido dentro del bunker es único y especial.
Tras este ratito tan ameno pre salida, comienza una cuenta atrás. En alemán comienza la cuenta regresiva. Cheve la va siguiendo en voz alta. Hasta que se da la salida a esta 17 edición del Kristallmaraton.
Todas estas letras que os he puesto hasta ahora, han sido vivencias y experiencias que rodean a lo que hemos venido a hacer. Correr el maratón. Pero al final es lo que nos vamos a llevar y por lo que también hemos venido. Todo lo que rodea la prueba es casi más importante y más alucinante que el propio maratón. Esto está superando todas nuestras espectativas. Es todo tan increíble, diferente y distinto a todo lo que hemos hecho en cualquier otro maraton y situación, que ya ha merecido la pena el viaje exprés.
Comenzamos a correr. Más de mil atletas entre las dos distancias, comenzamos a pisotear el suelo de la mina. 13 vueltas por delante es nuestro menú, rodeados de alemanes en la mayor parte, algún italiano, ingléses y dos españoles que están disfrutando de lo lindo.
Comenzamos a explorar la mina alemana. Con los frontales encendidos y los cascos obligatorios puestos, nos adentramos en las entrañas de las galerías subterráneas.
Esto es un pasote. Menudo lugar para hacer un maratón, ja ja ja. Al poco de salir, ya nos damos cuenta que esto no va a ser coser y cantar. Un cuestón nos hace comprender a la fuerza, que vamos a tener que ganarnos la medalla. El perfil de la carrera lo dice todo. Este es el de cada vuelta.
Muchos ya suben andando. ¡Pues empezamos bien esta primera vuelta! . He de deciros que cada vuelta son 3.300 metros. Y que el desnivel positivo de la carrera es de algo más de 700 metros. Y por lo que estamos empezándo a ver, van a ser repechos cortos pero duros, que a cada vuelta se harán cada vez más difíciles de superar.
Hacemos un pequeño video de como son las primeras subidas, je je je.